Ya no quiero saber de ella, se decía Felipe a si mismo mientras su reflejo en el espejo desaparecía por 5 segundos… ya no quiero saber de ella y de su sabor; repetía él, ignorando el hecho de que ya todo sabía a ella; era una obsesión...
Se volvía a decir para sí con un tono de desilusión gigantesca y su reflejo renacía de las sombras repentinamente como un trueno en una madrugada de Abril. El reproductor musical de su cabeza se encendía automáticamente como algún otro aparato programado a esa hora en algún otro lugar lejano al suyo. Y sus piernas ya no le daban más. Sus alas se extendían al compás del violín-piano-saxo que aquel artefacto imaginario le reproducía, y su corazón volvía a latir cuando su vida se tornaba de un color opaco; era paradójico, lógicamente. Mientras el se llenaba de narcótico, de odio y de rencor, sus alas se extendían y poco a poco se fué sintiendo liviano y vivo. Su existencia se fundamentaba en la muerte, por ende era el ángel más hermoso de la ultratumba.
Ha hablado: Fel. Etiquetas: inframundo
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